El diseño nos llama como entidad inherente, no reconoce diferencias culturales o modas impuestas, sale de cada uno de nosotros como una incontenible
expresión del yo o del nosotros. La
trasformación de la perspectiva en la
astralizacion de nuestros sentidos e ideas, nos
convierte en fines potenciales y trascendentales; inmortales. Ganarse el
edén se presenta como a posibilidad real, concreta y alcanzable para cristianos,
judíos y
satánicos. Alcanzar el reconocimiento aun
después del tiempo parece una meta
egoísta cuando se ve con los ojos del silencio, pero es real para el que tiene sed.
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